Biografías
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Anna Pavlova (1882-1931)

Nació prematuramente y débil en San Petersburgo. Huérfana de padre a temprana edad, fue muy mimada por su madre debido a su enfermiza infancia. Se traslado al campo, en Ligovo, con su abuela, enamorándose de la naturaleza.
Su vocación por la danza nació a partir del día en que su madre la llevó a ver el ballet de La Bella Durmiente. Anna tenía 8 años y desde entonces no deseó otra cosa que ingresar a la Escuela de Danza. A los 10 años ingresó en la Escuela Imperial Rusa de Ballet y a los 16 era primera bailarina del Teatro Marinsky. Sus primeros maestros fueron Oblakov, Ekaterina Vazen, Pavel Gerdt, el sueco Christian Johansen y el francés Marius Petipa. También buscó el perfeccionamiento de su técnica en Milán con Caterina Beretta.

Partidaria de las reformas introducidas por Fokine, aspiraba a un interpretación más natural de la música. En 1905 éste compuso especialmente para ella La muerte del cisne, con música de Saint-Saëns, naciendo deesta manera el "solo" más famoso de todos los tiempos.
Luego contrajo marimonio con el barón Víctor Emilovitch Dandré, quien se convertiría en el organizador de sus giras y, después de su muerte, escribiese el libro que constituye la mejor biografía de Ana Pavlova.
En 1907 realizó su primera gira a Riga, con Adolph Bohn como su partenaire, pasando a Suecia, en donde el rey Oscar le otorga la Orden Sueca del Mérito en Arte. Los giras continuaron por Alemania, Checoeslovaquia, Alemania, Viena, Austria, Copenhague, conquistando el mundo entero.

No fue una bailarina que cultivara un estilo innovador, sino más bien al contrario: en 1909 se incorporó al ballet ruso de Diaghilev, en el que sólo permaneció unos meses dada su disconformidad con las revolucionarias propuestas de esta compañía; su tradicional formación imperial no encajó con los modernos conceptos de ballet. No obstante, pocas bailarinas han simbolizado el espíritu del ballet clásico (Chaikovsk, Adam) con la perfección que lo hizo ella. Poseedora de un talento innato para la danza, su estilo, refinado y sutil, de un extremado lirismo, quedó magistralmente expresado en la que fue su más inolvidable creación: La muerte del cisne, una coreografía que, sobre música de Camille Saint-Saëns, realizó para ella Michel Fokine. Interesada por las danzas tradicionales, en sus programas gustaba de introducir danzas procedentes de países tan dispares como la India, Polonia, Japón y su Rusia natal. En aquel momento de su vida, Anna Pavlova no permitía dudas respecto a su título de "prima ballerina assoluta", de hecho no rechazaba cualquier rivalidad en escena y cambiaba sus bailarines cuando alguno comenzaba a cobrar éxito. Su vida privada era tan estricta como su faceta de bailarina, aunque estuvo casada con Víctor Dandré, se dedicaba totalmente a la preparación de sus exquisitos ballets.


En Londres, actuó privadamente ante el rey Eduardo y la reina Alejandra. Poco después formó su propia compañía, con la que se presentó (1910) en el Metropolitan Opera House con Coppélia, de Delibes, llevando a Mijail Mordkin como su partenaire.
Ana conquistó al público londinense y en 1912 ella y su marido compraron una vieja casa en la parte alta de la ciudad, con un gran jardín, un estanque y paredes recubiertas con hiedra, convirtiéndose en su hogar permanente. No obstante conservaron su departamento en San Petersburgo, pues volvía todos los años a bailar en el Teatro Mariinsky.

Era indiferente a los convencionalismos (a diferencia de Nijinsky). Estaba dispuesta a bailar en cualquier parte, llegando a hacerlo en teatros de variedades y hasta en el Hippodrome de Nueva York, entre animales amaestrados y titiriteros, aunque lamentándose de la falta de exigencia del público norteamericano. En Estados Unidos conquistó buenos amigos, como Mary Pickford, Douglas Fairbanks y Charlie Chaplin.

Vendrían, ahora sí, las giras. En América, no sólo se presentaría en Estados Unidos y Canadá, sino que también visitaría México, Río de Janeiro y Buenos Aires. Y no sólo estos sitios sino que también llegaría hasta los más remotos lugares del continente, a pesar de las dificultades e incomodidades que suelen acompañar este tipo de viajes a las compañías. Al terminar la guerra volvería a su casa en Londres, reanudando sus giras por toda Europa, extendiendo éstas al poco tiempo por todo el mundo. Visitaría la India, Malasia, Japón y otros países del Extremo Oriente. También lo haría por Egipto, Sudáfrica, Austria, Nueva Zelandia y muchos otros más.

Durante la Primera Guerra Mundial realizó una gira por Estados Unidos con su propia compañía de ballet, recorriendo además Canadá, México, Río de Janeiro y Buenos Aires. Visitó Egipto, Sudáfrica, Austira, Nueva Zelandia, India, Japón y Malasia. Volvió a los Estados Unidos (1924) para dar una serie deconciertos de despedida.
Mundialmente famosa por su perfecto estilo clásico y su revalorización del romanticismo, bailó en la mayoría de las ciudades del mundo. Hasta después de su muerte, no sedio a conocer su matrimonio con el director de su compañía, Victor d'André, celebrado 17 años antes. Su vida completamente dedicada al ballet, le impidieron faltar a cualquier representación a lo largo de toda su vida profesional.
En 1930 realizó su última gira por Europa, bailando en el sur de Francia, Suiza, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega y, finalmente, en París. Tomaría unas vacaciones para regresar a Londres donde brindaría su última actuación en el Golders Green Hippodrome, el 13 de diciembre. Anna decidió descansar unos días en Cannes (Francia) antes de comenzar su siguiente gira continental, que nunca se concretó.
Anna decidió descansar unos días en Cannes (Francia), a la vez que recibiría un tratamiento en su rodilla isquierda, que le producía molestias. Esto antes de comenzar, el 19 de enero de 1931, su siguiente gira continental, que nunca llegó a concretarse. Finalizado el tratamiento, el 10 de enero se dirigió a París para ensayar. El tren en el que viajaba quedó detenido por un accidente y ella corrió por la nieve, vestida con su camisón, para ayudar a los heridos. Anna Pavlova representó durante muchos años la muerte del cisne sobre los escenarios más afamados del mundo. Ahora, el cisne moría nuevamente; pero, esta vez, para siempre. Fue la primera vez que faltó a la cita con su público. Sus últimas palabras -según cuentan- fueron: "prepárenme el traje de cisne"

Su muerte imprevista, aun bella y joven, hizo que desapareciera en todo su esplendor, evitándole la tristeza del ocaso.

"Dos días después de su muerte se celebró en Londres una función de ballet. Después del primer número, el maestro se volvió al público y anunció: «Y ahora la orquesta interpretará La muerte del cisne en memoria de Anna Pavlova». Levantose el telón y apareció en el escenario obscuro y vacío un solo reflector. Nadie estaba ahí, pero todos recordaban a esta gran bailarina rusa que había sido Anna Pavlova". (párrafo de Federico Ortíz-Moreno)


con Enrico Cecchetti


photo by Arnold Genthe 1915
Expresiones artísticas en su honor
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nteyn 1961
photo by Arnold Genthe 1915