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Enciclopedia de Danza

Tomaso Giovanni Albinoni (1671-1751). Compositor de música barroca. Nace en Venecia (Italia) el 14 de junio de 1671 en el seno de una familia acomodada de comerciantes y terratenientes. Pronto toma lecciones de canto y violín posiblemente con Legrenzi, aunque por su posición social no necesitaba ejercer profesionalmente como músico. A este respecto, siempre se consideró un dilettanti. Con todo, pronto se convirtió con Vivaldi y Benedetto Marcello en uno de los compositores más importantes de la época, alcanzando su cénit en 1694 con el estreno de Zenobia Regina de Palmireni y la publicación de su Op. 1.
A los 34 años, en 1705, contrae matrimonio con la soprano Margherita Rimondi, teniendo con ésta 6 hijos. La vida familiar se tornó difícil tras la muerte del padre del compositor y en cuyo testamento quedaban desheredados, quizás a causa de su

Apreciación musical
Tomaso Albinoni
excesiva dedicación a la música . En 1722 vuelve el éxito con un viaje por Europa, donde estrena sus obras y se gana el aprecio del público y de otros compositores en todo el continente.Siendo un autor prolífico - escribió alrededor de 81 óperas, 40 cantatas, 80 sonatas, 60 conciertos, ..., no se caracteriza la música de Albinoni por su innovación. Bien al contrario, prefería los esquemas consagrados y que resultaban ante el público, aunque siempre aportando su maestría personal. De ahí, que a pesar se su escaso interés en subsanar nuevas cuestiones musicales o innovar en el campo de la técnica, su música fuera apreciada no sólo en Italia sino fuera de ésta, llegando a competir en fama y preferencia con otros compositores italianos como Corelli y Vivaldi. A pesar de su conservadurismo, la frescura de sus melodías llegaron a inspirar a compositores venideros, entre ellos Bach que utilizó varios temas como sujetos de sus fugas.
A los 70 años de edad, su salud empeora, abandona sus actividades públicas y en 1751 muere en Venecia el 17 de enero tras una larga enfermedad que le postró en la cama durante más de dos años.

TOMASO ALBINONI: EL VENECIANO IGNORADO ( Artículo de Fredéric Delaméa. Traducido por José Luis Gil Aristu)
Hace casi medio siglo que el nombre de Albinoni es inseparable del Adagio, como lo es el de Vivaldi de Las Cuatro Estaciones. Dos diferencias notables separan, no obstante, a los dos grandes venecianos en relación con su obra emblemática: para empezar, la reputación de Vivaldi se basa ya en un amplio repertorio que supera con mucho el ámbito limitado de sus cuatro conciertos más famosos, mientras que Albinoni debe la suya casi con exclusividad a su famoso Adagio en sol menor, cuya celebridad sigue ocultando una producción exuberante, apenas explorada por los intérpretes; pero sobre todo, a diferencia de Vivaldi, Albinoni debe su gloria a una de las falsificaciones más sorprendentes de la historia de la música, pues su pretendido Adagio ... ¡no salió nunca de su pluma! La mayoría de los innumerables oyentes de esta pieza, ofrecida hasta el exceso en programas de concierto y en catálogos discográficos, ignora, en efecto, que su verdadero autor no es otro que Remo Giazotto, el primer biógrafo de Albinoni, que publicó la obra en 1958 bajo el nombre del compositor. Aunque Giazotto ha reivindicado siempre para la composición una filiación que la relaciona con Albinoni al afirmar que la elaboró a partir del fragmento auténtico de una parte de bajo, su intento de legitimación ha sido vano: el fragmento en cuestión no ha sido identificado nunca, y todos los especialistas están de acuerdo en reconocer en la obra editada por Giazotto un estilo perfectamente ajeno al de Albinoni.

Sin embargo, por una de esas paradojas tan comunes en la historia de la música, la impostura ha servido de maravilla a la causa de este gran músico sumido en el olvido permitiéndole, en definitiva, ser objeto del foco de la atención gracias al éxito del auténtico falso pastiche. Pero todavía queda mucho por hacer para que Albinoni encuentre el lugar que le corresponde en la historia de la música: entre la sombra imponente de su gran contemporáneo, Vivaldi, y la abrumadora de su falso adagio, el veneciano ignorado aguarda aún el momento de su verdadera rehabilitación.