Las bacterias forman uno de los tres dominios en los que se dividen los seres vivos. Dominio, en biología, es cada una de las tres principale subdivisiones en que se consideran clasificados los seres vivos:
Archaea y Bacteria, solo se incluyen organismos unicelulares
Eukarya (eucariota), se incluyen la mayoría de los seres vivos: plantas, hongos y animales.
Son organismos unicelulares, los más abundantes del Planeta y su tamaño ronda entre las 0.5 y 5 µm (micras). Pueden ser de carácter patógeno o no.
Generalmente poseen una pared celular, similar a la de plantas u hongos; muchos antibióticos son efectivos ya que inhiben la formación de esta pared celular.
La evolución temprana de la vida
Las bacterias son los organismos vivientes más antiguos y exitosos del planeta. Hace 3500 millones de años ya habían evolucionado a formas capaces de realizar fotosíntesis y, por lo tanto, producir oxígeno. Durante un largo tiempo fueron los únicos seres vivientes hasta que, algo más de 2000 millones de años atrás, aparecieron unas formas de vida más complejas, provistas de un núcleo celular, que hace "sólo" 700 millones de años dieron origen a los primeros seres multicelulares.
Se estima que la Tierra se originó hace unos 4600 millones de años y que durante los primeros 500 millones estuvo sometida a un continuo bombardeo de objetos celestes, algunos gigantescos, del tamaño de la Luna y aún de Marte. Esta hipótesis se basa en el estudio de los cráteres lunares que se realizó desde la década de 1960 a partir del programa espacial Apolo de la NASA, que reveló que habían sido causados por el impacto de meteoritos caídos 4500 millones de años atrás.
Los cálculos que realizó Claude Allègre, de la Universidad de París, sugieren que la Tierra empezó a formar la atmósfera y a crear su núcleo después de transcurridos entre 120 y 150 millones de años desde su origen. Pero todavía no se habían formado los continentes, ya que, según se estima, habrían aparecido hace 4200 millones de años.
A pesar de que casi todas las rocas antiguas se han destruido por diferentes procesos, tales como la erosión y los conocidos como metamorfismo -transformación de las rocas por acción de altas temperaturas y presiones-, a partir de la década de 1980 se realizaron varios descubrimientos importantes. El grupo de Stephen Moorbath, de la Universidad de Oxford, Inglaterra, halló en el oeste de Groenlandia un terreno que tiene entre 3700 y 3800 millones de años. Samuel Bowring, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, exploró una pequeña área de los Estados Unidos, llamada Acasta, que está formada por una roca denominada gneiss que tiene 3960 millones de años. Pero las dataciones que dieron mayor antigüedad fueron realizadas por un equipo de la Universidad Nacional de Australia, en Canberra, dirigido por William Compston, sobre un mineral llamado circón, proveniente del este de ese país; su antigüedad estaba comprendida entre 4100 y 4300 millones de años.
Estas dataciones sugieren que la vida no pudo haber empezado antes de unos 4200 millones de años. Los fósiles más antiguos se encontraron en Australia y en Sudáfrica y corresponden a cianobacterias, un grupo de bacterias fotosintetizadoras, que, como las plantas, eran capaces de aprovechar la energía solar, tomando dióxido de carbono de la atmósfera y por fotosíntesis producir glucosa y expeler oxígeno. Manfred Schidlowski, del Instituto Max Planck, en Mainz, Alemania, estudió unas rocas del oeste de Groenlandia de 3800 millones de años, en las que cree haber encontrado evidencias de vida, suposición que no es aceptada por todos los científicos.
Las bacterias más antiguas
En 1987, William Schopf y Bonnie M. Packer, de la Universidad de California, anunciaron el hallazgo de microfósiles del Arqueano temprano en el oeste de Australia, cuya datación dio valores comprendidos entre 3300 y 3500 millones de años. Estos eran, para entonces, los fósiles más antiguos conocidos.
Los microfósiles que descubrieron y describieron Schopf y Packer eran cianobacterias similares a las que viven actualmente. Las cianobacterias son importantísimos organismos fotosinte-tizadores -y por lo tanto generadores de oxígeno- de los ecosistemas acuáticos. Algunas especies son unicelulares y flotan libremente. Otras, como las encontradas en los antiguos sedimentos australianos, forman colonias filamentosas y pueden sujetarse a superficies sólidas.
Schopf anunció, en 1993, el descubrimiento de nuevos restos fósiles de cianobacterias en el mismo sitio de Australia Occidental donde había realizado los hallazgos anteriores. Las nuevas dataciones dieron, para estos microfósiles, una antigüedad de 3465 millones de años. Las once especies descriptas demostraron que la diversidad de la vida en el Arqueano temprano era mayor de lo que se suponía previamente.
Bacterias de las profundidades oceánicas
El escaso registro de bacterias del Arqueano la mayor parte de las veces está restringido a ambientes costeros. En junio del 2000, el doctor Birger Rasmussen, de la Universidad de Australia Occidental, anunció el descubrimiento en ese país de microfósiles filamentosos en un depósito de azufre volcánico que hace 3235 millones de años se encontraba en las profundidades oceánicas.
Las bacterias estaban fosilizadas en forma de filamentos de un mineral conocido como pirita. Se cree que eran similares a un tipo de bacterias actuales de los fondos oceánicos que se caracterizan por estar adaptadas a temperaturas muy elevadas y a realizar la síntesis de materia orgánica en la oscuridad. Estas bacterias, a diferencia de las fotosintetizadoras -que aprovechan la energía solar para producir las sustancias que le son necesarias para sus actividades vitales- utilizan la energía química que contienen las sustancias sobre las que actúan, en este caso compuestos derivados del azufre.
Este tipo de ambientes posiblemente fue el que existió en los océanos en los tiempos en que se originó la vida.
Otras evidencias de vida arqueana
En 1996, Steve Mojzsis, de la Universidad de California, y colaboradores de la Universidad Nacional de Australia y la Universidad de Oxford, Inglaterra, dieron a conocer las evidencias de vida más antiguas del planeta. Éstas provenían de unas rocas descubiertas en la isla Akilia, en el sur de Groenlandia Occidental, que poseen no menos de 3850 millones de años de antigüedad.
Las pruebas que presentaron fueron indirectas y provenían del carbono incluido en un mineral llamado apatita. La más importante, según los investigadores, es la proporción de una de las variedades o isótopos del carbono, el carbono 12 , que era tres por ciento más abundante que lo que se podría encontrar en ausencia de la vida. La otra evidencia es subjetiva y se basa en que la apatita puede ser formada por la actividad de microorganismos, pero también puede tener un origen no orgánico. De acuerdo a uno de los investigadores, Gustaf Arrhenius, de la Universidad de California, la combinación de carbono y apatita es sugestiva, pero no es de por sí un indicador seguro de la existencia de vida.
En 1999, Roger Summons y colaboradores, de la Organización del Servicio Geológico de Australia y de la NASA, propusieron un método de detección de la presencia de cianobacterias fósiles en rocas muy antiguas, identificando un hidrocarburo -sustancia formada por carbono e hidrógeno- complejo muy estable producido por la degradación de uno de los componentes de la membrana celular de estos microorganismos. A este tipo de evidencias de antiguas formas de vida se las denomina fósiles moleculares. Con este método indirecto se pudo constatar la presencia de cianobacterias en sedimentos australianos de 2500 millones de años de antigüedad.
Los microorganismos más evolucionados
El material genético o ADN que poseen las células de los animales, plantas, hongos y ciertos organismos unicelulares, tales como los protozoos y gran parte de las algas, está contenido en un núcleo provisto de una membrana. Los organismos cuyas células presentan esta particularidad se denominan eucariotas. Las células bacterianas o procariotas son más simples, ya que carecen de un núcleo y de otras estructuras membranosas, denominadas organelas, que sí se hallan presentes en las eucariotas. Además, mientras que en las células eucariotas el ADN es una larga fibra lineal, en las bacterias, en cambio, es circular.
Dos tipos de organelas, las mitocondrias y los cloroplastos, descienden de bacterias adoptadas por células hospedadoras. Los datos que avalan esta afirmación son la presencia en estas organelas de vestigios de un sistema genético, que está formado por ADN circular y las enzimas necesarias para replicarlo que, junto con los ribosomas mitocondriales, intervienen en la construcción de ciertas proteínas. Este aparato genético posee una serie de propiedades que lo hacen similar al de las bacterias y lo distinguen del sistema genético principal, que se halla en el núcleo de las células eucariotas.
Se cree que estas primeras células hospedadoras, ancestros de las eucariotas, eran capaces de engullir cuerpos del tamaño de las bacterias, tal como lo hacen los glóbulos blancos de la sangre. A este tipo de organismos unicelulares se los denomina fagocitos. Estas células habrían sido de un tamaño mayor que el de sus presas y seguramente estuvieron envueltas por una membrana flexible, capaz de rodear objetos extracelulares voluminosos. Se propuso que el surgimiento de las células eucariotas sería una consecuencia de la pérdida de la capacidad de algunas bacterias para construir la pared celular que rodea a la membrana bacteriana.
Estos antepasados de las células con núcleo debieron de contar con una red interna de compartimentos conectados con la membrana externa y estar preparados para degradar los materiales ingeridos. También habrían tenido un esqueleto interno que les sirviera de sostén estructural y probablemente habrían portado una maquinaria molecular capaz de deformar la membrana externa y mover de un sitio a otro el contenido interno.
Los registros de células eucariotas de mayor antigüedad
En 1992, Tsu-Ming Han, de una compañía de servicios mineros de Michigan, junto con Bruce Runnegar, de la Universidad de California, anunciaron el descubrimiento de centenares de especímenes de algas espiraladas fósiles de 2100 millones de años halladas en el estado de Michigan. Estas algas, que miden hasta medio metro de largo y 2 milímetros de diámetro, recuerdan a otras halladas en Montana, China e India. Sin embargo, las de Michigan son entre 700 y 1000 millones de años más antiguas. Todas estas formas fósiles resultan similares a un alga verde actual, conocida como acetabularia, que está formada por una única célula gigante de varios centímetros de largo.
Las algas de Michigan fueron los organismos eucariotas más antiguos conocidos hasta que, en 1999, un equipo de investigadores dirigidos por Jochen Brocks, de la Universidad de Sidney y de la Organización del Servicio Geológico de Australia, presentaron unas pruebas indirectas consistentes en fósiles moleculares formados por hidrocarburos derivados del colesterol. Con estas evidencias, la existencia de células eucariotas se remontaría a por lo menos 2700 millones de años.
El próximo gran paso en la evolución de los seres vivos ocurriría 2000 millones de años después, con la aparición de los primeros organismos pluricelulares de los que derivarán más tarde los animales, las plantas y los hongos.
Los protozoos son organismos microscópicos, unicelulares, que viven en medios líquidos y que se reproducen por bipartición. En este concepto encajan grupos muy diversos y sin especial relación de parentesco, como por ejemplo las amebas.