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Introducción

El ballet es una actividad física combinada. A la suma de movimientos musculares y palancas articulares se le agrega la plasticidad para realizarlas, la estética y todo el talento que poseen los ejecutantes de dicho movimientos. Pero, además, todo esto debe estar encuadrado dentro de una coreografía estricta y al compás de una línea musical inalterable. Se está en presencia entonces, de vigorosos deportistas sometidos a una melodía que les marca el ritmo de su gasto de energías.

Cuando los niños se inician en la danza lo hacen pensando en cumplir una máxima performance, aquella a la que solo llegan algunos pocos. Uno de los logros esenciales de la máxima performance es aprender a mantenerse sanos. Por ello hay que extremar los cuidados del físico, que es el instrumento que da la satisfacción de lograr el tan preciado momento de triunfar. Cualquiera que intente lograr un máximo nivel de rendimiento camina al borde de la lesión, la habilidad está en permanecer del lado sano del límite. Alcanzar el máximo nivel significa explorar áreas desacostumbradas. Todo lo desconocido contiene riesgos y solamente si se asume ese riesgo puede aumentar el rendimiento. La postura razonable a tomar es que

"No quiero lesionarme, pero estoy preparado para ello si tiene que suceder, ese es el riesgo profesional".
"Por otra parte comprender que la lesión resultará dolorosa y perjudicará mi performance,
de modo que haré todo lo razonable que esté a mi alcance para evitarlo".

Lamentablemente el ballet es un arte muy competitivo y el espíritu de sobresalir lleva a veces a sacrificar posibilidades futuras de alcanzar performances distinguidas. Por ejemplo, no tendrá que existir ningún motivo para arriesgarse a lesiones, durante un ensayo, empero es allí donde ocurren la mayoría de las lesiones.

Si a un bailarín se le indica una tarea ajustada a una coreografía, la tendencia natural es repetirla hasta que no pueda más. Esto es un error. Primero que está desafiando sus propios limites, después probablemente está convencido que es la última y más dificultosa repetición la que le deparará mayor beneficio. Pero por la minúscula ganancia que pueda obtener de esa última repetición, estará arriesgando todo lo obtenido en su condicionamiento anterior.

También existe el bailarín ocasional, aquel que solo toma clases esporádicamente. Este tiene habitualmente el ardiente espíritu atlético pero carece de la preparación del cuerpo que soportará los estrés y exigencias como lo hace aquél que integra un elenco entrenado. La esencia de su espíritu amateur es una invitación a las lesiones traumáticas. Éstas pueden no ocurrir si se es prudente, y la esencia de la prudencia es fijarse el grado de actividad que esté dentro de la capacidad de uno mismo.
Otra de las indicaciones es que después de una temporada de varias presentaciones y de un intervalo de descanso, se comience con un programa de desarrollo físico al 80 % de su capacidad, no importa a qué ritmo estuvieron bailando cuando terminó la última temporada. Cuando se encuentra fuera de forma no es tan importante qué ejercicios ejecutan ni el modo como los realizan, mientras pongan en tensión sus músculos y estimulen a las fibras cardiacas. Cuando se encuentren en forma, si la actividad que tienen asignada les exige mucho, dediquen por lo menos cuatro semanas a trabajos de resistencia, como puede ser tomar clases, combinadas con trabajos aeróbicos, almohadillando de esta forma los metatarsos.

Cuando se toma clase con maestros que trabajan con otro estilo y con otra metodología al que se estaba acostumbrado, se está poniendo una nueva exigencia a los músculos, articulaciones y ligamentos. Los mismos tienen que volver a ser desarrollados progresivamente en el nuevo estilo.
Aprender a distinguir el cansancio de la fatiga es muy importante. El cansancio es aburrimiento y nada más. Proviene de la depresión producida cuando el trabajo es intenso y ya no se traduce en progresos marcados o no consigue hacerlo sobresalir del resto de sus colegas. En cambio, la fatiga viene acompañada de contracturas musculares como consecuencia de un depósito de ácido láctico en las fibras que componen el músculo, que luego se traducirán en dolor. Este es el punto final de la suma de esfuerzos intensos. Una vez familiarizado con él, usted le dará la bienvenida por que lo reconoce como el signo que le indica que esta desempeñándose cerca del límite de la lesión.
Cualquier incapacidad preexistente o frecuente puede ser indicación de una anormalidad u otro problema que debe ser examinado por un médico especialista. Muchas lesiones pueden ser evitadas o minimizadas si se está bien informado y se aplica el buen sentido. Es imposible, desde ya, evitar saltos, detenciones bruscas, distensiones musculares importantes y aun seguir bailando bien, pero para evitar lesiones hay que adoptar precauciones sensatas, bailando todo lo bien que se pueda, dentro de los límites impuestos por el estado físico.

Recordar que el descanso prolongado debido a lesiones, significa una pérdida de aptitud y un largo periodo de reacondicionamiento, cosa que en el bailarín, es una ventaja que "no se puede dar".

Enciclopedia de Danza
Conceptos básicos del cuerpo humano
Unidad 20 - Lesiones

Lesiones óseas - Lesiones articulares - Lesiones musculares
Lesiones tendinosas - Lesiones de las bolsas serosas
Lesiones en las rodillas

Lesiones más frecuentes en la danza
esguince - ciatalgia - metatarsalgia - cervico-braquialgia - bursitis - sindrome meniscal
desgarro de la aponeurosis plantar
- sesamoiditis - tendinitis de aquiles